Asfalto

Aunque es posible encontrarlo en grandes depósitos naturales, el asfalto que se emplea usualmente en la pavimentación de carreteras procede de diferentes procesos de refinado del petróleo para la obtención de gasolina y otros productos.

El empleo de materiales asfálticos naturales tiene miles de años de historia y existen numerosas referencias de su antiguo uso en el Próximo Oriente, tanto en la construcción como para evitar la entrada de agua en las embarcaciones. En la actualidad, sin embargo, el asfalto natural raramente es explotado, pues resulta mucho más económico utilizar el obtenido como residuo en las destilerías.

En la construcción de una carretera actual es preciso compactar el terreno con varias capas de materiales y empleando máquinas adecuadas antes de añadir el pavimento asfáltico, que incluye arena o gravilla, cuyas características dependerán de la mezcla utilizada. En general, las propiedades del asfalto más apreciadas son su impermeabilidad, su adherencia y su capacidad para cohesionar diferentes elementos, además de su alta resistencia.

La gran mayoría de carreteras españolas cuentan con un pavimento asfáltico, pero el empleo del hormigón para desempeñar el mismo papel supone una alternativa que se ha ido abriendo paso en varios países europeos.

Si bien la construcción inicial con hormigón tiene un mayor coste, se ha señalado como ventaja su vida útil, notablemente más larga que la del asfalto gracias a su lento desgaste. Esa resistencia al desgaste aumentaría también la seguridad de la vía. Por otro lado, sus necesidades de mantenimiento son menores que las de las vías asfálticas, lo que unido a su durabilidad permitiría, según estos argumentos, contar con carreteras más económicas y eficientes.