centro de cabeceo

El cabeceo consiste, básicamente, en el hundimiento de la parte delantera mientras la trasera se eleva (lo que ocurre en caso de frenada) o viceversa. Es consecuencia de la acción del sistema de suspensión del vehículo y su intensidad debe limitarse en lo posible, lo que llevó al desarrollo de barras anticabeceo que no han logrado una gran implantación.
Para la medición de la amplitud del cabeceo se toman como referencias el plano horizontal y la posición del eje longitudinal del vehículo en el momento de producirse el fenómeno. Al ángulo que forman uno y otra se denomina ángulo de cabeceo. Un valor demasiado alto de ese ángulo significaría que las suspensiones están realizando un recorrido excesivo que, además de afectar al confort en el interior del coche, puede provocar desajustes en las ruedas.
Por otro lado, es posible determinar el punto que hace de centro de las oscilaciones longitudinales del chasis. Ese centro de cabeceo es constante cuando las suspensiones traseras y delanteras son simétricas, pero varía de un punto a otro si no lo son.

Por lo general, la aparición del cabeceo tiene lugar en dos circunstancias de la conducción: la superación de un obstáculo y los cambios de velocidad, se trate de aceleraciones o frenadas. En estos últimos casos, los valores del ángulo de cabeceo se mantienen prácticamente invariables.
En el modo e intensidad con que se produce el cabeceo tienen importancia aspectos como el reparto de frenada, la tracción, la geometría del sistema de suspensiones, la distancia entre ejes, las propiedades de los amortiguadores y la distribución de pesos del automóvil.