bloqueo de las ruedas

Lo habitual es que el bloqueo solo afecte a un eje, no a las cuatro ruedas al mismo tiempo. El bloqueo implica un brusco descenso de la rotación de la rueda, o su detención total, y una reducción igualmente repentina del coeficiente de fricción entre el neumático y el piso. El resultado es el deslizamiento de ese neumático sobre el suelo y las consecuentes dificultades para guiar el coche.

El sistema de frenado genera una fricción sobre la rueda. Si esa fricción resulta excesiva en comparación con la adherencia del neumático (que varía según las características del terreno), la rueda dejará de girar y patinará. Ese efecto de bloqueo puede aparecer cuando se accionan los frenos violentamente o se circula sobre una superficie de baja adherencia.
Para solucionar la pérdida de control direccional generada por el bloqueo, es necesario levantar el pie del freno, aunque el instinto diga lo contrario, y permitir que la velocidad del giro de la rueda se adecúe a la adherencia de la superficie. Alternando esa acción con las frenadas fuertes en varias ocasiones se podrá recuperar el control del coche y superar el bloqueo de las ruedas.
Esa situación, en cualquier caso, se puede dar en vehículos de cierta antigüedad que no cuenten con el sistema de antibloqueo, o ABS, de que disponen los vehículos modernos. Ese dispositivo se encarga de hacer el trabajo por el conductor. Gracias a los sensores que controlan el giro de las ruedas, regula la intensidad de la frenada aliviando y aumentado alternativamente la presión sobre los frenos hasta reducir al máximo la distancia necesaria para detener el coche.