Avería

En la mecánica de los automóviles modernos se ha logrado una alta fiabilidad, pero durante las últimas décadas se han ido incorporando a los vehículos múltiples dispositivos y sistemas tecnológicos destinados a mejorar la seguridad y el confort, por lo que se ha ampliado la cantidad de elementos que pueden sufrir una avería.

Un alto porcentaje de las averías se debe a un mantenimiento deficiente, pues son numerosos los usuarios que no realizan las revisiones necesarias en los plazos indicados por los fabricantes. Otro de los factores clave es el envejecimiento del parque automovilístico: muchos de los vehículos en circulación tienen una antigüedad considerable.

Los problemas en un automóvil pueden ser de muy diferente naturaleza: fallos en el motor o en la transmisión, desgastes o fugas en el sistema de frenos, deficiencias en la suspensión y defectos en los sistemas eléctricos o electrónicos del vehículo son algunos de ellos. Pero hay contratiempos que se dan con especial frecuencia, como los que afectan a la batería, los neumáticos y el motor.

Las averías de la batería suelen deberse al descuido del usuario o a la degradación generada por el paso del tiempo. La falta de atención y de mantenimiento es también clave en el caso de los neumáticos, cuyo estado y presión deben ser revisados regularmente. Los pinchazos y reventones resultan todavía muy comunes por ese motivo. En lo que respecta al funcionamiento del motor, son muchos los elementos que, como las válvulas o los inyectores, pueden trabajar defectuosamente y causar problemas.

Entre las averías relativamente habituales se encuentran también las que afectan a la caja de cambios, los brazos de la suspensión, la barra estabilizadora o el filtro de partículas, así como las fugas de aceite o de líquido refrigerante.