Mantenimiento

Los estudios han demostrado que la gran mayoría de los accidentes provocados por un fallo del vehículo (mucho menos numerosos que los causados por el error humano) se habrían podido evitar con un mantenimiento correcto del vehículo.
La labor de mantenimiento es indispensable, así, para reducir la posibilidad de averías costosas y, especialmente, evitar riesgos innecesarios a la hora de circular. Por otro lado, es previsible que un vehículo sin un buen mantenimiento tenga una vida útil sensiblemente más corta que otro cuya mecánica está bien cuidada.
El manual del vehículo detalla las acciones y verificaciones que hay que llevar a cabo y su frecuencia aconsejada.

Algunas de las acciones propias del mantenimiento consisten en la reparación o sustitución de elementos deteriorados. En otros casos, esa sustitución es preventiva, pues ya se ha cumplido un determinado plazo de uso del componente que no es recomendable superar.

La comprobación periódica de la presión de los neumáticos (además de su revisión antes de emprender un viaje) está entre las labores básicas del mantenimiento. Lo mismo puede decirse del cambio de determinados fluidos que desempeñan diferentes funciones en el vehículo, como el aceite del motor y el líquido de refrigeración, así como el líquido de frenos.

También es preciso cambiar los filtros con la frecuencia recomendada por el fabricante, y comprobar regularmente el estado de las luces para garantizar una visibilidad correcta y fiable. Existen otros componentes, como la correa de distribución, cuyo reemplazo tampoco debe descuidarse para prevenir posibles problemas de importancia.