embrague de conos

La misión de un embrague es activar y desactivar la transmisión, y desde los inicios de la automoción se han empleado para ello dispositivos de diferente funcionamiento. En el caso de los embragues cónicos, los primeros modelos, aparecidos ya a finales del siglo XIX, montaban dos piezas concéntricas que iban recubiertas por un forro y trasmitían el par por fricción.
El gran tamaño de las piezas de aquellos primeros dispositivos hacía lento el mecanismo y generaba algunos otros problemas, pero la simplicidad del embrague cónico lo mantuvo como referencia hasta la década de los veinte del siglo pasado. Después, los sistemas basados en discos, con materiales de rozamiento mucho más eficientes, se fueron perfeccionando e imponiendo progresivamente.

El contacto entre las superficies cónicas permitía a este tipo de embrague transmitir un par de torsión superior al ofrecido por los mecanismos de discos de diámetro y fuerza similares, ya que el área de fricción tenía mayores dimensiones. También proporcionaba un comportamiento más suave y progresivo.
Otra de sus ventajas era que no resultaba necesario presionar a fondo el pedal para accionar el dispositivo, y que el cambio de velocidades era considerablemente rápido. Sin embargo, su utilización en la actualidad ha quedado limitada a ciertos automóviles de competición y algunos vehículos todoterreno de características muy específicas.