motor sin valvulas

Algunos de los problemas surgidos con los primeros motores de cuatro tiempos derivaban del funcionamiento de las válvulas. Este provocaba ruidos y roturas que se intentaron evitar diseñando un sistema alternativo que permitiera motores más suaves y silenciosos.
La función de las válvulas es abrir y cerrar, en el momento oportuno, los conductos de admisión y de escape. Para prescindir de ellas era necesario un dispositivo que cumpliera la misma misión, y aunque fueron varios los diseños ensayados, la propuesta de Charles Yale Knight, en la primera década del siglo XX, fue la que consiguió mayor repercusión.
El motor sin válvulas de Knight contaba con unos obturadores que se desplazaban gracias a unas bieletas conectadas a un cigüeñal secundario. Las lumbreras del dispositivo permitían o interrumpían el flujo de los gases.

Los problemas que presentaba la creación de Knight, aún después de su perfeccionamiento, eran considerables: su construcción resultaba compleja, consumía una elevada cantidad de lubricante, las camisas se deformaban tras un cierto período de uso y sus posibilidades de ajuste eran muy limitadas. Pero en el momento de aquella invención, hace ya más de cien años, el sistema de válvulas convencionales estaba lejos de perfeccionarse y la elección no parecía tan evidente.
La consecuencia fue que el motor que sustituía las válvulas por un sistema de correderas tuvo su momento en la industria automovilística, y varios constructores americanos y europeos lo montaron en sus modelos hasta los años treinta. Pero, mientras los propulsores Knight se estancaban, los motores de válvulas lograron una progresión mucho más rápida que les llevó a resolver sus viejos problemas e imponerse en el mercado de la automoción.