Temperatura del gas de escape

La temperatura del gas de escape expulsado por un automóvil es un parámetro muy útil para detectar ciertos problemas de funcionamiento del motor. Los valores en los que debe moverse son diferentes en los motores diésel y los de gasolina, pero, en ambos casos, una variación de temperatura que suponga salir del rango de referencia normal suele ser reflejo de un comportamiento defectuoso. Una temperatura anormalmente elevada puede significar que el combustible se está quemando a un ritmo demasiado alto, por lo que habrá que averiguar si existen fugas de carburante u obstrucciones que afecten al flujo de aire.

El intervalo de temperaturas en que deben mantenerse los gases de escape es notablemente más elevado en el caso de los motores diésel. Eso se debe a que la estructura molecular del carburante es pesada y su combustión exige valores que se sitúan entre los 537 y los 649 grados centígrados. Las propiedades de la gasolina son distintas, y permiten que la combustión se produzca en el rango que va de los 371 a los 593 grados.
Si todos los elementos del motor están comportándose adecuadamente, la temperatura de los gases de escape se encontrará entre los límites indicados.

Se trata de un sensor que, en los vehículos modernos, mide la temperatura de los gases en cuestión y transmite la información a la unidad de control. En caso de valores inadecuados, dicha unidad tomará medidas para proteger los componentes del motor y mantener la temperatura en el rango aconsejable.
Existen dos tipos de sensores, unos con coeficiente de temperatura positivo (PTC) y otros con coeficiente negativo (NTC).